
Los ocupantes ilegales de la reserva forestal establecieron su propio régimen. No permiten el ingreso a nadie y los inspectores de la Autoridad de Bosques y Tierras y los técnicos de la Gobernación pueden sufrir agresiones si lo intentan. Nada los detiene.
Aquí se acabó tu entrada al Choré –dice José María Tarima, un hombre grande, canoso y experto en bosques que no quería estar aquí, a cinco kilómetros de la comunidad Guadalupe, en el municipio Santa Rosa del Sara, donde una palaexcavadora interrumpe el camino que parte en dos la Reserva Forestal Choré.
Es mejor irse. Estos revientan un cohete y rapidingo se juntan –aconseja Ángel Durán, moreno y lastrado por una pierna rota que aún no termina de sanar. Lleva dos horas alardeando sobre lo bien que conoce los caminos. Prometió un bosque perturbado, comido por los colonos que han avasallado la reserva para convertirla en territorio de cultivos de soya. El bosque, en estos cinco kilómetros, se ha convertido en una alfombra muy verde de arbustos de hojas redondas que en tres meses se llenarán de vainas con tres semillas doradas de soya. Ángel Durán es el corregidor de Santa Rosa del Sara, pero acá su cargo no le importa a nadie. Si alguien nos para, no hay que mostrar miedo. Hay que hablarles fuerte, porque si nos ven con miedo será peor –dice Durán, como describiendo perros bravos y no a agricultores.
Read more: Los colonos de Choré controlan la tierra, su ley y cambian el clima
Published on 21 September 2015